¿Existe el destino? La visión de Stephen Hawking sobre nuestras elecciones

Incluso quienes creen en el destino actúan para evitarlo
“Incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle.” —Stephen Hawking
Esta frase corta desarma muchas creencias. Es clara y directa: si de verdad creyéramos que todo está escrito, ¿por qué tomamos decisiones para evitar un daño, un error o una pérdida? Si el destino fuera inalterable, mirar antes de cruzar la calle no tendría sentido. Pero lo hacemos. Porque, en el fondo, sabemos que nuestras acciones tienen consecuencias.
Stephen Hawking, a pesar de ser una de las mentes científicas más brillantes de nuestra era, no dejó de cuestionar el modo en que los humanos usamos ideas como “destino” para justificar lo que no entendemos o no podemos cambiar. Su frase no es solo una ironí, tiene un razonamiento aplastante.
Muchas personas encuentran consuelo en creer que las cosas ocurren “porque tenían que pasar”. Es una forma de suavizar el golpe cuando la vida duele. Una pérdida, una traición, un fracaso… pensar que todo tenía un propósito oculto ayuda a aceptar el sufrimiento. Pero también puede volverse una trampa: la trampa de no cuestionar nada, de no cambiar nada, de no luchar por nada.
Hawking no está negando la complejidad del universo. Lo que está haciendo es invitar a reconocer que, aunque no tengamos el control total, sí tenemos margen para actuar. Que no todo está determinado. Que cada elección que hacemos, cada acto, cada omisión, abre nuevas posibilidades o cierra otras.
La frase también toca algo incómodo: usamos la idea de destino como excusa. Como resignación. Como alivio. Pero seguimos mirando al cruzar la calle, seguimos tomando precauciones, seguimos intentando controlar lo que podemos. Entonces, ¿de verdad creemos en el destino… o solo lo usamos cuando nos conviene?
No se trata de negar que hay cosas que escapan a nuestro control. Pero sí de asumir que lo que sí depende de nosotros, es demasiado valioso como para entregarlo a la idea de un guion ya escrito.
Hawking nos recuerda que cada uno de nuestros actos demuestra si creemos o no en el poder de cambiar. Y que si de verdad creemos que no hay nada que hacer… tal vez lo primero que habría que dejar de hacer es mirar antes de cruzar.
Pensamientos paralelos
Otros autores que también se han tratado en este blog tenían una visión similar sobre la relación entre destino y acción. Albert Camus, por ejemplo, no creía en un sentido predeterminado para la existencia. Pero eso no lo llevó a la inacción, sino a la afirmación de la vida a pesar del absurdo. En El mito de Sísifo, plantea que, aunque todo pueda parecer sin sentido, la actitud del ser humano es lo que da forma a su experiencia. No se trata de encontrar un destino escrito, sino de responder con decisión ante lo incierto.
Nietzsche también desconfió profundamente de las ideas que invitan a rendirse. Para él, creer que todo está ya escrito es una forma de evitar la responsabilidad de elegir. Su filosofía gira en torno al poder de la voluntad, la capacidad de transformarse y de afirmar la propia existencia incluso en medio del caos. Frente al destino entendido como resignación, Nietzsche propone el destino como creación: no lo que te espera, sino lo que haces con lo que te ocurre.
Hawking, Camus y Nietzsche parten de lugares distintos —la ciencia, el absurdo, la voluntad—, pero coinciden en algo esencial: lo que más te define no es lo que te pasa, sino lo que eliges hacer con ello.
Paradojas del destino:
Si todo está decidido, ¿por qué el arrepentimiento existe?
Si no pudiste evitarlo, ¿por qué duele tanto haberlo hecho?
¿Y si llamar “destino” a algo es solo tu forma de no aceptar que era tu elección?
A veces es más fácil decir que algo “tenía que pasar” que admitir que tú lo permitiste.
Si tu destino fuera ser libre, ¿dejarías de serlo al seguirlo?
¿No sería contradictorio que el destino te obligue a ser libre?
¿Qué pesa más: lo que te pasó o lo que hiciste con eso?
Tal vez el destino no es lo que ocurre, sino lo que haces cuando ocurre.
¿Y si el destino existe solo para los que dejan de luchar?
Tal vez el destino no es una fuerza… sino una excusa.
Si crees en el destino, piensa un momento en todo lo que no has intentado por darlo por perdido. Piensa en las veces que no hablaste, no actuaste, no te defendiste, solo porque asumiste que “así tenía que ser”.
Ahora pregúntate: ¿qué habría pasado si sí lo hacías?
Hay decisiones que no tomaste. Cambios que postergaste. Límites que no pusiste. Y no fue por falta de opciones, sino por esa idea de que no tenías poder sobre lo que iba a pasar. Pero lo tenías. Siempre lo tuviste. Y lo sigues teniendo.
No necesitas que nadie te convenza de nada. Solo observa lo que ha cambiado en tu vida cuando tú has decidido actuar. Piensa en las veces que algo se transformó porque tú lo provocaste. ¿De verdad crees que todo eso habría ocurrido igual, si no hubieras hecho nada?
No te pido que dejes de creer. Solo que mires lo que estás dejando pasar cada vez que te repites que no puedes hacer nada. Porque si eso no es rendirse, se le parece demasiado.
Tu vida no está escrita. Se está escribiendo. Y cada vez que eliges no mover nada, alguien más lo hace por ti.
Responde a la encuesta:
@HackeaTuMente_oficial — Estadísticas del canal
Otras reflexiones que retan el destino y la razón:
- Bob Marley y el poder de incomodar con la verdad
- ¿Cómo culpar al viento del desorden interior?
- Santo Tomás de Aquino y el poder del entendimiento
HackeaTuMente — Piensa. Resiste. Trasciende.