¿Caos emocional? La reflexión de Benedetti sobre responsabilidad y orden interno

Como culpar al viento del desorden hecho - Mario Benedetti | HackeaTuMente


“Cómo culpar al viento del desorden hecho, si fui yo quien dejó la ventana abierta” — Mario Benedetti


Mario Benedetti, con su estilo característico, logra encapsular en una sola frase una lección de vida que muchas personas tardan años en asimilar: la responsabilidad personal frente a las consecuencias de nuestras decisiones.


En esta imagen poética, el viento es una fuerza externa: algo que entra en nuestra vida, irrumpe con fuerza y deja consecuencias a su paso. Puede representar muchas cosas: una relación que nos hizo daño, una traición, una decepción, una pérdida o una situación caótica que arrasó con nuestra estabilidad emocional. Pero Benedetti no se queda en la queja o la culpa hacia esa fuerza externa. Su mirada va más allá.


La ventana abierta simboliza nuestra participación silenciosa en aquello que nos afecta. Es el gesto, muchas veces involuntario, de dejar entrar lo que más tarde lamentaremos. Puede ser una confianza entregada demasiado pronto, una advertencia ignorada, una barrera que no supimos poner, un límite que dejamos cruzar.


El verdadero peso de la frase está en esa admisión valiente: "si fui yo quien dejó la ventana abierta". Aquí no hay victimismo, sino reflexión. Benedetti nos dice: antes de culpar al viento, pregúntate si fuiste tú quien lo invitó a pasar.


Esta frase nos confronta con una verdad incómoda, pero liberadora: muchas veces somos partícipes del desorden que se genera en nuestra vida. Aunque el viento sea impredecible, aunque sus efectos sean reales, la apertura que permitió su entrada fue decisión nuestra. Y si bien no podemos controlar el viento, sí podemos aprender a observar con más claridad las ventanas que dejamos abiertas por miedo, por deseo, por costumbre o por esperanza.


Se trata de madurar emocionalmente. De asumir que no siempre somos víctimas pasivas, que a veces también tomamos decisiones que nos exponen, que nos dejan vulnerables, que abren la puerta al caos.


Esto no implica culparnos de todo, ni cargar con la culpa de lo que nos duele, sino hacernos cargo. Porque solo desde esa conciencia podemos proteger nuestro espacio interno, fortalecer nuestros límites y decidir con mayor claridad a quién dejamos entrar en nuestra vida y en qué condiciones.


Benedetti nos recuerda que la paz no se logra controlando al viento, sino sabiendo cuándo conviene cerrar la ventana. Que el verdadero crecimiento comienza cuando dejamos de señalar afuera y empezamos a mirar adentro.


Ejemplos cotidianos:

  • Confiar demasiado pronto en alguien y luego sentirnos heridos.
  • Postergar una decisión difícil hasta que el conflicto explota.
  • Ignorar señales de advertencia porque preferimos la ilusión.
  • Volver una y otra vez a lo que ya sabíamos que nos hace daño.


En todos esos casos, el viento puede ser fuerte, pero la ventana ya estaba abierta. El desorden es real, pero también lo fue nuestra elección previa.

Esta frase de Mario Benedetti no juzga ni condena, pero sí nos invita a asumir una postura más consciente frente a la vida. Cada vez que algo desordena nuestro mundo interior, podemos preguntarnos con honestidad: 


¿Dejé abierta la ventana? ¿En qué momento renuncié a mi protección? ¿Qué puedo aprender de esta situación para no repetirla?


Cuando asumimos que somos parte activa del proceso, ganamos libertad. Porque entonces no dependemos de que el viento cambie: podemos cerrar la ventana a tiempo.



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