El insulto como origen de la civilización: una reflexión sobre Freud y la sociedad

Retrato artístico de un humano primitivo arrojando una piedra, con frase de Sigmund Freud sobre el origen de la civilización

"El primer humano que insultó a su enemigo en lugar de arrojarle una piedra fue el fundador de la civilización." — Sigmund Freud


La frase "El primer humano que insultó a su enemigo en lugar de arrojarle una piedra fue el fundador de la civilización" fue escrita por Sigmund Freud en su obra El malestar en la cultura (1930). En este texto, Freud analiza la tensión entre el instinto humano y la vida en sociedad, argumentando que la civilización exige constantemente la represión de los impulsos naturales. Esta afirmación, cargada de simbolismo, no es anecdótica sino una metáfora del paso de lo instintivo a lo simbólico.

Freud tenía una visión ambivalente de la civilización: progreso, sí, pero a costa de una renuncia constante. En esta frase concreta, sugiere que sustituir el acto violento por una palabra —aunque sea un insulto— es un acto evolutivo. No negamos el impulso, pero lo transformamos. Desde el psicoanálisis, esto refleja cómo el principio de realidad regula nuestras pulsiones para permitir la vida en comunidad.

Esta idea sigue vigente. La psicología moderna, la neurociencia e incluso la sociología han confirmado que canalizar la agresividad en formas simbólicas es parte de nuestra adaptación. Discutimos, escribimos, protestamos, incluso insultamos... pero no arrojamos piedras. Freud lo expresó con una claridad visionaria: la civilización comienza cuando aprendemos a transformar el impulso en lenguaje.


Cuando en lugar de devolver el golpe con otro golpe elegimos hablar, escribir o retirarnos, estamos civilizándonos. No se trata de reprimir, sino de sublimar. De reconocer que hay un impulso y darle una salida que no destruya. Hablar en vez de gritar. Escribir en vez de atacar. Alejarse en vez de herir. Ese esfuerzo invisible es lo que nos construye como humanos verdaderos.

Y sí, no siempre es fácil. Contenerse duele, explicarse cansa, pero esa es la lucha interior de quien quiere evolucionar sin dañar. Cada vez que elegimos no hacer daño aunque podamos, dejamos claro que no somos esclavos del instinto. Somos algo más.

¿Cuántas veces te tragaste palabras que ardían por salir? ¿Qué fuerza interior te permitió no explotar? ¿Qué descubriste de ti cuando, en lugar de reaccionar, decidiste responder?


Canal en Telegram: https://t.me/hackeaTuMente_oficial

Canal indexado en TGStat: https://tgstat.com/channel/@hackeaTuMente_oficial


Más reflexiones sobre el lado oscuro de la mente:


HackeaTuMente – Piensa. Resiste. Trasciende.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Vale la pena pensar libremente? Freud y el precio de la conciencia moderna

Menos distracciones, más resultados: El enfoque brutal de James Clear