Si no cuidas tu salud, la vida te obligará a hacerlo. -Mario Alonso Puig

Ilustración realista de un hombre trabajando mientras su silla se transforma en una camilla hospitalaria


“Si no tenemos tiempo para nuestra salud, tendremos que hacer tiempo para la enfermedad.” – Mario Alonso Puig

En esta ocasión, el doctor Mario Alonso Puig desarrolla esta frase en su obra El camino del despertar, una publicación en la que profundiza sobre el bienestar como un proceso integral, donde el cuerpo y la mente funcionan en estrecha sintonía. En este trabajo, Puig recorre la importancia de vivir con conciencia, no como un ideal abstracto, sino como una herramienta práctica para transformar la salud, la energía y la actitud frente al día a día. Sus reflexiones se basan en una filosofía que une la ciencia médica con la sabiduría interior, uniendo datos clínicos, conocimientos neurocientíficos y experiencia humana para construir una propuesta útil y aplicable.

La filosofía que sostiene este libro parte de una convicción sencilla pero poderosa: muchas enfermedades no aparecen de forma repentina, sino como consecuencia de un estilo de vida que desconecta a la persona de sí misma. El autor no se enfoca en el miedo ni en el dramatismo. Su mensaje busca ofrecer caminos, crear opciones, ampliar la visión. Lo hace desde un lenguaje cercano, claro, y con la intención de provocar pequeñas decisiones conscientes que desencadenen cambios profundos. Cada capítulo propone una mirada distinta sobre el cuidado, el descanso, la relación con el cuerpo, los pensamientos y el entorno.

Para ayudar a tantas personas, Mario Alonso Puig utiliza una combinación de herramientas: relatos personales, ejemplos de su experiencia médica, descubrimientos recientes en el campo de la neuroplasticidad, y ejercicios concretos de atención plena o reflexión guiada. Su estilo conecta con el lector porque no se impone. Invita. Sugiere. Acompaña. Transmite que el proceso de despertar no requiere grandes teorías, sino actos cotidianos que alineen lo que uno siente, piensa y hace. Es una filosofía de acción, que nace desde el respeto al propio ritmo, pero que al mismo tiempo llama a la responsabilidad.

A quienes se acercan por primera vez a este tipo de lectura, vale la pena recomendar que no busquen respuestas mágicas, sino puntos de apoyo. Cada página puede servir como espejo, como mapa o como impulso. Leer a Puig es abrir un espacio para hacerse preguntas, para revisar la manera en que uno cuida su cuerpo y su mente, para ajustar la forma en que se vive la rutina. Incluso un solo concepto bien comprendido puede marcar una diferencia en cómo se enfrentan los días difíciles, los dolores persistentes o los desafíos emocionales.

La frase “Si no tenemos tiempo para nuestra salud, tendremos que hacer tiempo para la enfermedad” resume una visión profundamente realista del modo en que funcionamos. El tiempo siempre se consume. Siempre se gasta. Lo que el autor propone es una elección consciente sobre en qué se invierte ese tiempo. Dedicar atención al descanso, al alimento, al movimiento, a la conexión emocional, es una inversión que ofrece equilibrio y previene el desgaste acumulado. La enfermedad aparece cuando esa inversión se pospone una y otra vez, cuando se deja para después lo que sostiene la vida.

Explicado desde la experiencia, esta frase transmite que el cuerpo no se adapta indefinidamente a la prisa, al descuido o al estrés prolongado. El organismo necesita cuidado, igual que una herramienta que funciona bien solo cuando se engrasa, se limpia y se guarda correctamente. La salud florece cuando hay escucha, cuando se respeta el ritmo natural del cuerpo y se armonizan las exigencias externas con las necesidades internas. Puig habla de un tipo de sabiduría corporal que se fortalece cuando se atiende con constancia, y su frase invita a anticiparse. No a través del miedo, sino a través de la elección. Poner la salud primero no implica detener la vida, sino sostenerla con base firme.

Hay días en los que uno se levanta arrastrando el cuerpo como si lo hubieran prestado. Te sientas a desayunar y ya estás pensando en todo lo que tienes que hacer, en lo que no te va a dar tiempo, en la reunión, en el tráfico, en el cansancio que viene. Y mientras tanto, tu cuerpo está ahí, pidiéndote tregua. Pidiéndote que le eches una mano. Que lo escuches un poco. Que no lo dejes para después.

La salud muchas veces se cuela por los rincones. Se muestra en cómo duermes, en cómo comes, en cómo respiras cuando estás a solas. A veces es solo un aviso, una tensión en la espalda, una digestión pesada, un bajón de energía. Cosas pequeñas, sí, pero que van diciendo cosas. Van dejando pistas. Y si uno las mira con calma, empieza a entender que cuidar de uno mismo no es una carga, sino una forma de respeto.

No hace falta cambiar la vida entera en un día. Basta con empezar por algo sencillo. Salir a caminar sin prisa, apagar el móvil una hora antes de dormir, comer algo que te siente bien de verdad. No porque lo diga un libro, sino porque el cuerpo lo agradece. Porque uno lo nota. Porque hay una sensación de estar más presente, más fuerte por dentro.

A lo mejor cuidar la salud no se trata de tenerlo todo bajo control, sino de prestar atención. De dejar espacio para sentir. Para elegir. Para darse cuenta de que el cuerpo no es una máquina que aguanta todo, sino un compañero que te va llevando donde quieras ir. Y si lo tratas bien, te responde con ganas. Con energía. Con claridad.

La señal que ignoras todos los días

Te despiertas con la alarma sonando tres veces. Ya te duele el cuello y aún no has salido de la cama. Te tomas un café rápido, comes cualquier cosa, sales con prisas. En el trabajo, no paras ni a respirar. Ni tiempo para agua, ni para estirar las piernas. En el fondo sabes que el cuerpo va avisando: dolor de cabeza más frecuente, tensión en la espalda, un cansancio que no se quita con dormir. Pero te dices “es normal”, “ya pasará”, “cuando tenga unos días libres me lo miro”.

Pasan las semanas. Y entonces un día no puedes más. Te mareas, te duele el pecho, te ahogas de ansiedad o te enfermas justo cuando más lo necesitas todo bajo control. El cuerpo ya no avisa: decide parar por ti.

Y ahí, mientras esperas el diagnóstico o te obligan a descansar por fin, te preguntas:
¿Qué habría pasado si hubiera escuchado antes?


 Técnica de reconexión diaria: “3 pausas para no desconectarte de ti”

  1. Al despertar (2 minutos):
    Antes de mirar el móvil, siéntate al borde de la cama. Respira profundo tres veces y pregúntate:
    ¿Cómo me siento hoy físicamente? ¿Qué necesita mi cuerpo?

  2. A mitad del día (3 minutos):
    Haz una pausa consciente. Apaga pantalla, camina un momento o estira el cuello y la espalda.
    Hazle caso a esa tensión antes de que se convierta en dolor.

  3. Antes de dormir (5 minutos):
    En lugar de desplomarte frente a una serie o al móvil, regálate un cierre suave:
    una infusión, respiración lenta, una ducha tranquila.
    Pregúntate: ¿me cuidé hoy o solo aguanté?


👉 Este microhábito diario se perfecciona con el tiempo.
Y desde ahí, tu salud deja de ser una carga… y empieza a ser una base.

¿Qué te está pidiendo tu cuerpo últimamente, en silencio?
¿Qué pasaría si hoy te dieras ese pequeño cuidado que sueles posponer?
¿Qué cosas cambiarían si decidieras que tu bienestar tiene prioridad?

Participa en esta encuesta:


Sigue las publicaciones en nuestro canal de Telegram: https://t.me/hackeaTuMente_oficial

O consulta todos los artículos en: https://www.bloghackeatumente.com


Gracias por leer. Tu mente no se rinde si la entrenas. — HackeaTuMente

Entradas populares de este blog

El experimento mental más intenso: presionar el botón o vivir con la duda

¿Vale la pena pensar libremente? Freud y el precio de la conciencia moderna

Menos distracciones, más resultados: El enfoque brutal de James Clear