¿Qué te está apagando? No es el error, es la rutina que no cuestionas

El alma no se pierde por error, sino por costumbre - HackeaTuMente


Cuando el túnel no es un obstáculo, sino el camino hacia ti mismo

A menudo avanzamos a ciegas por túneles que nosotros mismos hemos edificado con el peso de nuestras rutinas, expectativas ajenas y viejos miedos. Pensamos que caminamos hacia una salida luminosa, sin reparar en que lo que resplandece al final es, quizás, un rincón olvidado de nuestro propio ser.

¿Qué hay al final del túnel? ¿Realmente nos espera el mundo exterior… o es nuestra propia esencia la que se enciende desde dentro cuando al fin nos permitimos mirar hacia adentro?

En el trayecto, los pensamientos que silenciamos, las preguntas que posponemos y los rincones oscuros que ignoramos, van perfilando el camino bajo nuestros pies. Cada paso que damos en la penumbra es un eco de lo que dejamos atrás y, al mismo tiempo, un aviso de lo que podríamos llegar a ser. Porque el túnel no es solo un pasaje hacia la salida: es un puente entre el “yo que fui” y el “yo que aún está por descubrir”.

¿Y si la oscuridad no fuera la enemiga de la luz, sino su confianza más íntima? El silencio del interior nos invita a detenernos, a escuchar ese murmullo profundo que revela deseos olvidados, heridas que piden reconocimiento y talentos que aún no hemos explorado. Caminar en silencio por nuestro propio túnel es un acto de coraje: significa enfrentar la incertidumbre, soltar los guiones heredados y concedernos el permiso de reinventarnos.

¿Qué sucede cuando dejamos de huir del vacío? Ahí, en ese espacio aparentemente desolado, germina la posibilidad de la claridad. Lo que a primera vista parece un abismo, en realidad puede ser un lienzo en blanco. ¿Cuántas veces hemos renunciado a nuestros sueños por miedo al desierto interno, sin saber que es en él donde florece la verdadera creatividad?

La invitación está servida: atrévete a adentrarte en tu túnel, sin prisas y sin juicios. Observa las paredes que has levantado con pensamientos automáticos. Reconoce las sombras que, aunque temidas, te hablan de tus límites y de tu fortaleza. Y, sobre todo, siéntete acompañado en esta travesía: no estás solo en el pasillo de tu mente; todos transitamos galerías similares, buscando esa chispa que ilumine nuestro próximo paso.

Al final, descubrirás que la luz no surge de un destino prefijado, sino de cada paso consciente que das hacia ti mismo. Y entonces comprenderás que el túnel no era un obstáculo, sino la antesala de un renacer auténtico.

La rutina que lo tapa todo… hasta que un día se rompe de golpe

Has seguido el mismo ritmo durante años: trabajo, compromisos, redes sociales, alguna distracción que te alivie por momentos. Tu vida parece estable. Productiva incluso. Pero hay una sensación que aparece a ratos, sobre todo en el silencio: una especie de vacío que no sabes nombrar. No es tristeza ni depresión. Es una inquietud leve pero persistente… como si algo dentro de ti llevara demasiado tiempo esperando ser escuchado.

Un día cualquiera, tal vez tras una conversación, una película, o simplemente en medio de una madrugada en vela, te detienes. Apagas el móvil. No haces nada. Y por primera vez en mucho tiempo, en lugar de evitar esa incomodidad, la miras de frente.

No sabes qué buscas. Pero sabes que hay partes de ti que has dejado fuera por miedo, por prisa, por costumbre. Ese talento que no desarrollaste. Esa parte sensible que encerraste. Ese dolor que evitaste procesar. Y entonces, en medio del silencio, no aparece una respuesta… pero sí una certeza: no puedes seguir avanzando sin mirar dentro.


- ¿Qué representa esta escena?

  • La ruptura del automatismo.

  • El valor de enfrentar el “túnel interior” que todos evitamos.

  • El inicio del despertar verdadero, que no siempre es luminoso, pero sí profundamente liberador.


Lo que necesitas no es una solución, sino el silencio suficiente para escucharte de verdad. No esperes a que todo colapse para mirar hacia dentro. Hazlo ahora, sin dramatismos, sin máscaras. Tómate un momento para observarte desde fuera, como si fueras un viajero que cruza tu propio túnel con curiosidad y respeto. No te exijas respuestas inmediatas, basta con quedarte un rato en esa oscuridad que tanto evitabas. Ahí, donde parece que no hay nada másque tu propio temor a enfrentarte a lo desconocido,  tal vez encuentres la parte más viva y olvidada de ti. Y cuando la reconozcas, aunque sea en una chispa, sabrás que el verdadero camino nunca estuvo fuera. Siempre estuvo esperándote ahí, en el centro exacto de tu honestidad.

Déjame tu respuesta:  

¿A qué parte de ti mismo estás negándote el acceso?  

¿Qué luz interna estás reprimiendo por miedo a verte por completo?


Este es tu espacio para reflexionar y compartir. Nos leemos.

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